jueves, 15 de septiembre de 2011

VIRTUALIZAR ES SUPERAR LA ESTÁTICA DEL MÓDULO

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Tenemos un defecto: nos falta originalidad. Casi todo lo que decimos hacer está inspirado –digamos francamente, copiado- de modelos célebres. Si alguna novedad aportamos es siempre inevitable: los anacronismos o las sorpresas, los escándalos. Mi tío mayor dice que somos como copias en papel carbónico, idénticas al original salvo que otro color, otro papel, otra finalidad. Mi  hermana la tercera se compara con el ruiseñor mecánico de Ardensen; su romanticismo llega a la náusea.

Cortázar


Decir “módulo” en educación es hacer referencia a un texto impreso, a menos en lo que se refiere a su práctica. El módulo ha sido un recurso que ha aportado seguridad al ejercicio docente. El estudiante también sabía con qué contenidos contar; el módulo lo ha puesto en contacto con autores, escuelas y tendencias de una manera sinóptica, ágil y segura para atender su objeto de estudio.  Al fin y al cabo, poner en contacto, a los estudiantes con libros  y hacer a los autores amigos de los estudiantes, es el gran objetivo de la enseñanza, en el decir de Borges.

Es injusto acusarlo sin más, por  su inoperancia,  por su desactualización paulatina, por la carencia de flexibilidad y la dificultad para actualizar sus contenidos; en efecto, su desprestigio ha caminado de la mano a su implementación. Cuanto más se utiliza, tanto le acusa.

Debido a la novedad de los temas, el módulo precisa de una guía; algunas veces termina siendo tan ilegible como el módulo; en efecto, se trataría de explicar un texto impreso con otro texto impreso. Mientras que la guía explicaría asuntos procedimentales, el módulo requeriría una inducción por los conceptos y los problemas; esta actividad no siempre se hace.

Por estas deficiencias   no se puede desconocer los contactos que ha logrado producir. Se trata de pasar de una mirada estática de módulo a una mirada dinámica de  módulo.

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